20 jul 2015

La jotilla de la gasonila

Estaba el buen papamio dispuesto a pasar una noche de copas tranquila, hablando de literatura, de joterías, y de los chismes de la vida.

A bordo de su carrito, nuestro héroe fue a cargar gasolina. Al llegar a al estación, pensaba en todas esas historias de los vulkanologos y de mecánicos que se cojen jotillas. El amigo Locutor, uno de esos jotillos amigo dle papamio, fanático de los twinkillos y chacales, me contó que un día vio a un técnico que reparaba carros que estaba en sus palabras "bien buenote, apenas para darte una cogidota" y que intentó seducirlo, solo para darse cuenta que su actitud era más seria que una llanta ponchada. Pero bueno, de vuelta a la historia.

Papamio pidió lleno el tanque y mientras revisaba su celular, notó a uno de los despachadores de gasolina.  Guapillo, ojo pispireto, alto, actitud jotilla en ambiente de macho... pero santisima marica, que se agacha, y papamio nota un trasero tan maaaarcado, tan agarrable, tan apachurrable y, siendo sinceros, tan cogible.

No sé si su trasero era de tal en-vergadura, quizá el uniforme de despachador lo acentuaba. Pero era una escena digna de porno gay mexicano entre chakas. El uniforme/overol tan sucio, tan de trabajo, encerraba un traserillo cogible. Papamio se distrajo tanto en esta escena, que tardó en notar que el jotillo lo vio.

¡Chas! Papamio al descubierto. Te vieron de nuevo sabroseandote a alguien. Pues ni qué darle, a ser firme, discreto, desinteresado.

Pero no funcionó. La jotilla se emocionó y comenzó un juego de sonrisas. La suya por saberse notado, la mia por lo funesto, por el miedo y la timidez digna del papamio sobrio.


El tanque se llenó, yo pagué a mi despachador y arranqué el auto. Solo alcanzé a ver por el retrovisor la mirada pispireta de la jotilla, quien levantaba una mano para decirme adiós.

Quizá agradeció que me sabroseara su trasero en aquel ambiente de gasolina, de machos y de historias jotas esporádicas.

No hay comentarios: