La vida es variedad y diversidad. Uno puede encontrar modos
alternativos de pensar, de actuar y de convivir. Todo es muy respetable y
valioso, pero uno se topa con que solo ciertos modos son aceptables y
agradables. O sea que como se dice, a
cada quien lo que le truje, chencha.
La cosa es que en mi búsqueda de amores y pasiones, un
amigo, el “wero rapid” – así le llamo
tras una referencia de borrachera en que se lo describí a un amigo y me dijo “es
como el actor porno Johnny Rapid” – me dijo “hay un chico que quizá te guste,
es de muy buen corazón y lindo”.
Ahí voy yo, engalanado haciéndome ilusiones e ideas de amor.
Me agregó a la cuenta de Facebook, empezamos a platicar,
empecé a ver sus fotografías y a juzgar grupos, gustos y graciosadas. La
verdad, el tipo no me latió.
Su gusto principal era la Danza. Pero no lector, no se lo
imagine como chico esbelto de movimientos sutiles y artísticos, pues ni el
ballet, ni contemporáneo. No. A este muchacho le gustaba la Danza de otra
variedad… de la variedad Azteca.
De cara tosca, facciones árabe, piel morena, robusto parecía
que el sujeto en cuestión sería un macho activo, que además, baila. Pero ay
Papamio! Que no has aprendido que tus ideas son alejadas de la realidad y que
no más “nunca jamás nada”.
Hablé con él. Su voz era – a riesgo de quedarme corto – muy delicadida
y afeminada. Como de jotillo locuaz que ha visto mejores momentos.
Aún así, aún así dije “quizá es buena onda, quizá me quiera
y yo… yo le trate bien”.
Fuimos por un par de cervezas a un sitio cercano. Mala
decisión. El lugar era uno de esos puestos “de litros” que pululan las mujeres
en los juevesitos del 2x1. Pero a pesar de ser pequeño, al música es en grande.
Canciones y canciones de banda y norteña, con alguna que otra cumbia ocasional,
gustos que usted sabe lector, no son del gusto joteril empedernido papamiesco.
En fin, pues que aunque la plática era difícil
al principio, ya con el trago de las cervezas el buen papamio empezó a salir y
con él, los buenos tiempos y la alegría desbordada. Sin embargo, el chico que
danza tenía otro pensamiento en la cabeza, pues su idea de una cita no era
reír, sino demostrar que ya está lsito para amar y quiere hacerlo, y eres tú
quien debe dar el sí, pues él, aunque
sin conocerme ya me declaró que era muy hermoso y que “con gusto compartiría mi
vida contigo”.
*Beep, beep, ¡alarma!*
Está bien que me guste ser el sujeto del desvelo de los
otros, pero así como así declarar el amors, pues no, no es onda.
Menos cuando a la pregunta de “¿qué tal han sido tus relaciones
pasadas?” el sujeto no hizo otra cosa ma´s que hablar de sus dos amores pasados
y de que “podré olvidar que me
golpeaban, me insultaban y quizá me engañaban, pero ¡ah que bien me cogía!” Ahí si fue cuando dice, “da fuck?”.
Así como lo lee. El sujeto me dijo que sí, había golpes,
pero le cogían. Sí, había insultos, pero le cogían. Sí, había infidelidad, pero
le cogían.
¿Pues no es esto sino una versión muy perversa de las relaciones
humanas? Y aún así, el sujeto me dijo que me amaba. Pues ¡que pinshi miedo!
Está bien que todos nos deleitemos con los placeres del sexo…
pero bueno, tanto así como para “reclamarle todo, menos cómo coge”, pues… pues,
me he quedado sin palabras.
Además, esto no fue el único improperio, oh no.
Tras escuchar sobre mis talentos, gustos y actividades, el
chico que danza no quería quedarse atrás y quería lucir sus habilidades. Y así
lo intentó. “Yo soy un estuche de monerías,
mis novios me han querido por lo que se hacer”
¿Pues qué era eso que él sabía hacer? Nada más y nada menos
que “lavar, planchar, cocinar… ah y también remendar”. Lo que todo muchacho gay
busca… una señora de los 50’s.
La cita terminó, yo quise
huir, íbamos en mi vehículo y no podía dejarlo a su suerte en ese lugar de
litros.
Pues lo subo a mi coche, él se hacía con viaje a su casa,
hasta que le dije “aquí yo giro a la izquierda… tú casa está a la derecha ¿verdad?” Así lo entendió y se bajó del auto. Aunque no
quería, pues él anhelaba los besitos de la cita, y yo, yo que no le doy
nada.Muy de pierna cruzada y de mirada perdida. Me río jaja y le hago descender
del coche. Manejé pronto a casa para escapar de la señora, del chico que danza
y centrarme en mis videojuegos.
Ya a la media noche suena mi celular. “Ojala tengas una
noche linda, bb hermoso”. Era él. ¿Y yo? “jaja si. Bye”.
Y nada más se dijo desde esa noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario